La cama es uno de los muebles más importantes de la casa. Cuando tenemos una buena cama se nota, y cuando es mala, mucho más. Por eso, elegir una cama a la altura de las circunstancias se vuelve una tarea importante.
Hoy les traemos una guía rápida para que hacerlo sea más fácil. Aunque sin duda nos va a quedar mucho para decir, vamos a tratar de enfocarnos en dos de los aspectos principales de cualquier cama: su tamaño y su material.
El tamaño ideal
Si bien a simple vista uno podría pensar que mientras más grandes las camas mejor, este no siempre es el caso. Con esto no queremos decir que el tamaño no sea importante (todo lo contrario, de hecho). Pero la realidad es que, cuando vamos a casos reales, surgen otros factores importantes a tener en cuenta.
Los más importantes sin duda son el espacio y el precio. Si tuviéramos recursos y espacio ilimitado en nuestro hogar elegir el tamaño de la cama sería solo preguntar por el más grande. Desgraciadamente, este está lejos de ser el caso.
El encontrar el tamaño indicado antes de la compra es fundamental. Esto va a tener que ver con tanto nuestras necesidades como nuestro espacio. Hay tres tipos principales de camas, las individuales, las queen size y las gigantescas king size. Ahora pasaremos a analizar cada una.
Camas individuales
Aunque en general estas son pensadas como camas para niños, las camas individuales siguen siendo una opción sólida para aquellas personas que cuenten con poco espacio. Estas pueden entrar en casi cualquier habitación, permitiendo dejar espacio para otros muebles.
Si bien no hay medidas estandarizadas para un combo colchón y base cama , en general estas tienen un metro de ancho y un metro noventa de largo. Esto hace que también sea sencillo guardarlas en caso de mudanza o de querer dar el paso a una cama más grande.
Las queen size
Pasamos ahora a las camas queen size. El tamaño intermedio de estas las hace una opción muy versátil que puede usarse en una multitud de hogares. En ella entran cómodamente dos adultos, cosa difícil en una cama individual, pero para quienes vayan a dormir solos la cama queen también resulta bastante más cómoda que una individual.
En cuanto a sus medidas, por lo general las camas queen tienen un metro y medio de ancho y alrededor de dos de largo. Este es el tipo más pequeño de cama matrimonial.
King size: las camas más grandes
Para terminar, tenemos las enormes camas king size. Siendo casi el doble de grandes que las individuales, en estas camas dos adultos pueden dormir como si cada uno estuviera en la suya propia.
Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que su tamaño también hace que sean difíciles de ubicar en una habitación promedio, además de ser las más costosas, en cuanto a la base y el colchón.
Esto hace que muchas veces una cama queen size sea una mejor opción, ya que para una persona sola o dos personas pequeñas la diferencia real entre esta y una king size es menor.
Como acostumbramos, ahora les daremos unas medidas más precisas: en general, estas tienen más de un metro ochenta de ancho y dos metros de largo. Los colchones de este tipo de camas son un tanto más pequeños, pero se encuentran en este rango de tamaño.
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Las bases
Aunque en cuanto al tamaño la base y el colchón, lógicamente, tienen que ser iguales, luego de esto toman dos caminos separados. Más allá del tamaño, podemos encontrar muchas y muy variadas clases de ambos tipos.
En el caso de la base de la cama, la diferencia más importante entre las distintas opciones está en el material. Aunque dentro de cada uno también encontramos otros subtipos, vamos a empezar dividiéndolas entre las hechas de metal y madera. Más allá de la elección, en muchos casos es posible matar dos pájaros de un tiro y conseguir un combo colchón y base cama.
Metal
Empecemos con las bases de metal. Estas suelen presentarse como opciones más modernas y variadas que las de madera, además de que acá un diseño minimalista aparece mucho más elegante. En el caso de las camas de madera, la línea entre lo minimalista y lo barato es mucho más delgada.
Las bases de metal, por otro lado, también son mucho más económicas (además de ecológicas) que las de madera. O al menos esto es verdad cuando hablamos de los modelos de buena calidad.
Trabajar la madera suele ser difícil y costoso, a diferencia del metal que se presta mucho más a la automatización, lo que lo vuelve más barato.
Más allá del precio, limpiar y mantener en buen estado una cama de metal es bastante sencillo, o al menos en comparación con las de madera. El metal es difícil de manchar, además de que no puede pudrirse o ser atacado por insectos.
Madera
Por otra parte, las camas de metal aparecen como opciones más lujosas que las de madera. Si bien su precio puede ser mayor, estas ofrecen un estilo rústico y elegante que difícilmente pueda ser igualado por el metal.
Las camas de madera tienen una sensación propia: un color, un olor y una personalidad difícil de imitar. Esto, por supuesto, siempre que se consiga un modelo de calidad.
Los distintos tipos de madera también marcan toda la diferencia: una cama de pino se verá muy diferente que una de roble o nogal. Esto abre una gran variedad de opciones muy distintas tanto en aspecto como en resistencia y precio.
Las camas modernas de madera pueden tener diseños actuales o vintage. La solidez de este material hace que dure años, por lo que también es posible encontrar varias opciones de segunda mano de muy buena calidad.
Ya sea de madera o de metal, ambos tipos de cama tienen su propio juego de ventajas y desventajas. Ninguna es superior a la otra, por lo que al final la elección se va a reducir a la preferencia personal de cada uno.